Les comentaba a mis amigos este verano entre risas, las que me
eché yo cuando leí la entrevista que le hizo Karmentxu Marín a La de las sombras de Grey. "Ni el látigo, ni el cuero. A mí lo que me va es el velcro". La periodista, con
su lengua afilada, le preguntaba por sus derroteros y anhelos sexuales. E. L. James la iba toreando como buenamente
podía, hasta que, touché, la otra le clavó la espada en la espalda,
preguntándole si sabía quién es Mariano Rajoy. La diosa de las letras eróticas,
la número 1 en ventas en TODO el mundo, tan ancha y tan larga, le contestó que
NO. ¿Se siente como la prima pequeña del
marqués de Sade?, continuaba metiendo el dedo en el ojo la periodista como si total, pa´
lo que hay que conocer…
Pablo Álvarez, editor de Suma de Letras, llegó al Máster de
Edición a hablar de best sellers. Desde
hace cuatro o cinco años, cada vez que escucho el término, noto un sarpullido
en la piel, y que el cerebro me tiembla y me pide a gritos que, ni se me ocurra.
Y mira que yo soy de las que me inicié leyendo a Potter. Pero, pasé de los
Da Vinci, de la Chica y la cerilla,
de la Catedral del Mar, de Reverte
(POR SUPUESTO). Pablo Álvarez con la
ironía socrática y la mayéutica, me hizo darme cuenta que los best seller no son sinónimo de nula
calidad. A veces, el mainstream lleva al cenit obras y autores interesantes,
Almudena Grandes o El nombre de la rosa por
ejemplo. Me percaté de que no sabía NADA de las lecturas-sarpullido. Cómo son
los mecanismos de enganche, las etapas del viaje del héroe, el lenguaje, la estructura narrativa… En realidad, los libros que se inflan a vender,
son los que mantienen a flote al sector editorial, y, estos, necesitan por lo
menos un gran pelotazo para permitirse publicar libros que, para mí, serían más
interesantes. Para ganar el partido se precisa marcar. Y Grey estaba metiendo
una paliza a los demás equipos. Es por eso, que me puse a entrenar. Y ahora sí
que sí, desde el conocimiento, enzarzo la crítica.
1.
La puta y el pijo
Estructura simple, muy
dialogado, poco descriptivo (incluso las escenas de sexo), en cada capítulo
muchas escenas. Escenas cortas o muy cortas. Vocabulario sencillo, cero
tecnicismos, ni cultismos, ni palabros que precisen consultar en un
diccionario. Lectura rápida y ligera, perfecta para el metro. No precisa gran
concentración en el texto. Pocos personajes, los que hay muy definidos desde el
principio. Él y ella. No hay mucha acción, a parte de escenas de penetración, y
sobradas de pijo burgués. Redactado en primera persona, es la chica quien
cuenta la historia, aunque hay páginas enteras de cruce de emails entre ellos
dos. El mundo narrativo no tiene mucha ciencia: todo es el culto al GRAN LUJO. Hoteles,
casas, coches, restaurantes, avión particular, eso sí que se describe. El marco
de acción se desarrolla en el ambiente de Grey. Ella es una humilde de clase
media, no tiene glamour, así que las
escenas acontecen en los terrenos y territorios de él. No hay historias simultáneas, es él y ella. Y
si se cuenta algo más de la vida de la chica, como por ejemplo que un amigo
está enamorado de ella, es para desatar los nervios y celos de Grey. Grey es el
rey, el personaje nuclear. No hay subtramas, y la trama se cuenta en dos líneas.
Lo más gracioso, cito
textualmente de los pensamientos de la chica, y que sirva de ejemplo de la
calidad de los símiles: “siento que mis mejillas vuelven a teñirse de rojo como
la portada del Manifiesto Comunista”
(pág 40). Y Marx vomitó en la tumba.
Las
sombras de Grey o:
2.
Cómo maquillar maltrato
psicológico a una mujer.
El sexo en esta historia es
irrelevante. Los látigos, los martillazos al clítoris e, incluso, los cachetes
pasados de fuerza que él le proporciona para SATISFACERSE ( Y qué más da si a
ella no le gusta, te grita el libro)es nada. No hay porqué preocuparse. El sexo ha sido el gran reclamo, la frase de
marketing, el primer argumento para
recomendarlo. Y para mí, ha sido una colosal decepción. No tiene sabor. Es soso, frío y no conmueve. El sexo es MALISIMO. Está muy poco
narrado, fatal descrito y los escarceos de arrime no son originales. Con lo
que, dudo que sean fantasía de muchas (o yo tengo mucha imaginación) Ejemplo: Ella
se levanta, se pone la camisa de él (esto nunca lo ha hecho nadie en el mundo
de la ficción) y él se la endilga en su escritorio.
El sexo sin sado es apodado “vainilla”.
Vainilla despectivamente catalogado por
Grey. Hay que pensar que ella es virgen y lo que le mola a él es el sado, a
ella los besos, las caricias, los mimos... es vainilla lo que la mujer quiere. Es triste, insustancial, malaje. Pero él, en
un acto de altruismo, y en honor a que supuestamente se está enamorando de
Anastasia, cede para hacer el amor sin hacerle un dolor excesivo, pero solo
a veces. Y ella, como buena gilipollas, se lo agradece. Y como Grey es un
forrado, la tontaina debe pensar que es un dildo de oro lo que tiene el pijo
entre las piernas.
Por cierto, hay una soberbia brutal de las clases pudientes. Ella tiene una
compañera de piso, con dinero, que ha ido a escuelas privadas. Es por eso,
justifica ella, que su amiga esté tan segura de sí misma. El colegio privado y
los euros lo hacen todo. A parte de machista, el libro es clasista, bravo.
3.
La clase media es una
mierda
Me preocupa. Si esta es la sociedad
de Grey, estamos jodidas. Estamos, nosotras, que somos las lectoras, condenándonos
a cocina y callar. De hecho, es la mayor oda a “ver y callar”. Con este libro se borra todo lo que
se había avanzado en la lucha por la igualdad. Por lo menos, en el ideario colectivo.
Por lo menos, en el sentir femenino. Y si algo queda claro, que si este libro
gusta, es que las más machistas somos nosotras. Hay mujeres que ensucian el
nombre de “mujer”.
Anastasia Steele, la protagonista, es una puta de lujo, que
por los lujos se hace puta. Se esclaviza y se “entrega” a Grey, por un
enamoramiento basado en: que guapo es, cuanto dinero tiene. Ahora, si Grey es
buena o mala persona, qué importa. Si el tío es un maníaco compulsivo del
control y de conocer qué hace y con quién está ella, qué importa. Caga billetes y eso, los pezones se los pone
tiesos.
Él le propone a ella firmar un contrato para
seguir viéndose. Una relación con unas bases selladas. A parte de la
confidencialidad, porque él es un VIP, los puntos a firmar consisten en reglas
como: 1. La comida que ella ingiere. Cantidad de banquetes al día. Obligatorio fruta.
2. Ejercicio físico forzoso, tres veces por semana. Impartido por un entrenador
personal que le pone el simpático novio. 3. La ropa y complementos que lleve
puestos ella, siempre, tienen que ser comprados y supervisados por él. Además,
le regala un ordenador y un móvil para tenerte las 24 horas controlada. La dictadura
del cipote millonario. La falocracia. Me vigila porque me ama. Tiene celos porque me quiere. Me
regaña porque le intereso. STOP.
La mujer queda relegada a la condición de
muñeca hinchable, o florero acompañante sin boca en los eventos cools. La mujer
es invisible, inexistente. La chica solo tiene que chupársela y no darle
problemas. La ropa, la comida, lo que hace y lo que no, no es cuestión de un
dominante sexual, sino, de un hombre que piensa que las mujeres no somos
capaces de andar solas. Que hemos nacido para que ellos se adueñen de nosotras
y nos conquisten con anillos de oro. Que la independencia solo nace en los
cojones. Y que nosotras, tenemos que adulárselos y tumbarnos cuando ellos
precisen.
Señores, esto es un peligro.
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