viernes, 20 de julio de 2012

Podría, pero NO


Podría quedarme en la cama de mi cuartito alquilado, cuartito que nunca será mío en propiedad, y hartarme a ver los programas destruye personas de Emma García. Podría pasarme horas delante del espejo poniéndome como Sofi  Oksanen, o llamando tres veces a Verónica a ver si por fin me sale Satán y me enseña la diferencia entre el infierno y España.  Podría meterme (como lumpen) para que mi corazón vaya a la misma velocidad que nuestra sociedad se va a la mierda,  o haciendo uso de lo legal, y bebiendo ron hasta perder el norte, si aún  existe alguna dirección que no sea a la que llegan las cartas de despido. Ver la tele, arreglarme y salir de fiesta, drogarme y evadirme. Ser una zombi y estar en la inopia, pero eso, amigos, no es vivir.

TODO.  Podría hacerlo todo.  PERO NO.

A mí el cuerpo me pide gritos y quejas. Me pide movilizarme, sentirme parte del verdadero pueblo. Me pide intercambiar opiniones políticas en las ágoras públicas que se están convirtiendo las manifestaciones.  Me pide indignarme y reafirmar día a día que las calles no están hechas para pasear y comprar solamente, también  para expresarse. Para conversar, para ser CIUDADANOS y no solo consumidores. Los protagonistas de las  plazas, las avenidas, las calles son las tiendas. Y desde hace un año,  parece que empiezan a ser las personas.  Yo me pregunto, y berreo, y salgo, por los que no tienen zapatos para andar las calles, ni monederos para guardar la calderilla que sobra al comprarlos. Y porque hay muchos que estamos rozando el abismo.  Para que quinientos no tengan chanclas, uno,  tiene DOSCIENTOS tacones.  Y vamos a más. Cada día algunos somos más pobres, y otros, sin honor (porque son ratas) con un colchón más gordo.

A mí la vida me pide vivir. Y defender la vida. 
Sentir y actuar como personas. 


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